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Blog de Carolina Rangel



Cuentos, microcuentos y poemas.



Escribir no es para mí una necesidad. Es un estado natural. Algo que fluye sin esfuerzo y eso me sorprende.



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lunes, 2 de mayo de 2011

La puerta abría hacia afuera

Ana corrió las ventanas. Había terminado de limpiar y quería que se fuera el olor a desinfectante y pulitura. Su casa era pequeña, pero tenía cuadros de firma, esculturas valiosas y mucha madera.
En la entrada, en una pared, colgaba un objeto solitario que a primera vista discordaba con el resto del ambiente. Era un plato de aluminio, de los que usan los perros.
Ana lo estaba observando cuando sonó el timbre. Miró el reloj. “Valeria es siempre tan puntual” pensó.
Eran pocos años pero casi no se reconocieron. Las dos habían cambiado mucho, no solo físicamente. Sin embargo, se abrazaron y no pudieron evitar algunas lágrimas. Mientras colocaba la cartera en el perchero Valeria sonreía. Le entregó a su amiga una bolsa con varios regalos.
─Disculpa la facha. Estaba limpiando y tú sabes cómo soy yo. ─dijo Ana.
─Estás muy bien. ─dijo Valeria─ ¡Qué bello tu árbol!
Se acercó al árbol de navidad que presidía la sala. Estaba decorado con flores amarillas. No era casualidad, Ana había escogido el color a propósito, para gusto de su amiga.
─¿De verdad te gusta? ─dijo mientras ubicaba los paquetes.
─¡Parece un araguaney! ─dijo Valeria riendo.
Pasaron un rato hablando de adornos y aunque Valeria caminaba y giraba examinándolo todo no volteaba hacia el plato. Ana llegó a pensar que sí lo había visto y simplemente no le había importado.
─Bueno pero yo llegué antes que los demás invitados para ayudarte. ¿Qué falta por hacer? ─dijo Valeria.
─La ensalada. El pavo está en el horno. Lo demás está listo.
─No me dejaste nada ─dijo riendo y parecía que estaban suficientemente relajadas como para pasar una velada agradable ese día.
Pero al dirigirse a la cocina Valeria lo vio. Se quedó desconcertada viendo el plato. Caminó y puso la cara a pocos centímetros de él, parecía que quería olerlo.
Ana temblaba y se pasaba las manos por la cara. Quiso decir algo pero luego prefirió callarse, le iba a salir la voz entrecortada .
Valeria tomó su cartera y abrió lentamente la puerta, salió, se paró de frente a Ana viéndola a los ojos y dio un fuerte portazo.

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