google-site-verification: google29497dabad147b8e.html pienso y escribo: ¿No prefieres un cuento?
Blog de Carolina Rangel



Cuentos, microcuentos y poemas.



Escribir no es para mí una necesidad. Es un estado natural. Algo que fluye sin esfuerzo y eso me sorprende.



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miércoles, 18 de mayo de 2011

¿No prefieres un cuento?

─Háblame de las cositas chiquitas para las puertas.
Era la hora de dormir y Dayana hablaba con su abuela para relajarse.
─¿Las llaves? ¿No prefieres un cuento?
La habitación estaba en penumbras, los juguetes guardados y Dayana estaba cambiándose de ropa lentamente.
─No, háblame de las llaves.
─Bueno déjame ver… ─dijo mientras recordaba los detalles─ eran unos artículos así de chiquiticos.
─¿Cómo abuela? ¿Tan chiquitos?
─Claro, por eso era que se perdían tanto.
Dayana reía divertida, tratando de imaginarse como era una llave, haciendo preguntas que ya había hecho otros días y otras noches antes de dormir.
─Bueno, eran chiquitas, planas y tenían dientes.
Este era el momento en que Dayana se carcajeaba.
─Pero no eran como estos ─dijo mostrando su perfecta dentadura─ eran así ─dijo dibujando zigzags en el aire.
─¿Y qué hacían con las llaves?
La abuela apartó la colcha, guardó los muñecos y sacó las almohadas extra.
─Las metíamos en unos agujeritos especiales que traían las puertas, las girábamos y abrían… o cerraban.
─Y los ascensores, háblame de los ascensores.
Dayana se amarró el cabello. Lo tenía largo y se le enredaba si lo dejaba suelto al dormir.
─Esos eran unos cuarticos que servían para moverse en los edificios, pero solo verticalmente.
─¡Aja pero cuéntame…!
─Bueno tenían unos botones con números para indicar el piso y una pantallita para que uno supiera por cual andaba.
─¿Y cuando se trancaban? ─preguntó emocionada.
Ya, para entonces, Dayana estaba en la cama arropada, pero espabilada todavía.
─Sí, a veces se trancaban, no abría la puerta o algo así, entonces había que pulsar el botón de alarma, venían los bomberos y te sacaban.
La abuela hacía todo un histrionismo, para mostrarle a Dayana todo lo que le estaba contando.
─ ¿Y cómo hacían para terminar de llegar?
─Subíamos por las escaleras por supuesto.
─¿Y cómo eran las escaleras?
─Igual que ahora. Las escaleras no han cambiado nada, siguen siendo como siempre… ¡Cansonas!
Ya se estaban relajando. La abuela sentada a la orilla de la cama y Dayana había apoyado la cabeza en una de las almohadas.
─¿A ti no te gustan las escaleras abuela?
─Antes había lo que se llamaba escaleras eléctricas.
─¿Eléctricas?
─Esas sí me gustaban.
Ya Dayana tenía sueño, así que no preguntó mas detalles solo dijo:
─Qué bueno que te tengo para que me cuentes esas cosas, mi maestra solo habla de cómo ha cambiado la familia.
─Si supieras que a mí me parece que la familia no ha cambiado.
─¿En serio abuela? ¿Tú piensas eso? ─dijo con los ojos cerrados, en voz baja.
─La familia es un grupo de personas que se aman, se protegen, se ayudan. Si se hacen daño es sin quererlo y si lo quieren no merecen llamarse familia. Eso siempre ha sido así, y siempre será.
Dayana ya estaba dormida pero sí la oyó, entre sueños.

2 comentarios:

  1. No se vale, te dejé mis comentarios ayer y la cibernética loca las voló no sé a dónde.

    Te decía que este cuento es un delicia.

    "Antes había lo que se llamaba escaleras eléctricas"

    Bizarro y muy tierno

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  2. Reitero: felicitaciones por tan fluido manejo de la voz infantil. Un abrazo

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