Tal vez si hubiera preguntado dónde estaba, habría estallado en llanto, tratado de persuadirme o ido a recoger. Pero no preguntó, mi madre solo trató de ponernos al día con los tres meses que teníamos sin hablar. Me contó que iba a ser abuela otra vez, que volvió al bordado y que hacía bailoterapia, yo no le conté que Yolanda me dejó, que me botaron del trabajo y que me embargaron el carro. Colgamos mandándonos besos.
Me vi la cara en el espejo de aquel bar, el mismo de antes, y me tomé el trago que estaba calentando en la mano… el primero en diez años.
Cada vez más breves, pero en esa brevedad más se refleja la soledad, el destino inexorable... Un cuento rosa un día de estos... Para volver un rato al Edén perdido...
ResponderEliminarMe reí mucho con tu comentario Herminia, un cuento rosa? vamos a ver... Gracias Un abrazo
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