─Tu y yo podremos pasear juntos bajo ese cielo estrellado ─dijo él al oído de ella.
─No sabes lo cómoda que estoy aquí ─contestó.
─Bailaremos, como querías, ya averigüé de las clases ─continuó él haciendo una mueca, pues ver el cuerpo inerte le avivaba los remordimientos.
─Aquí bailo todo lo que quiero, es más, mi única interrupción es cuando tu vienes a hablarme ─dijo ella.
─Te estoy esperando ─musitó él.
Helaba, así que buscó una manta para taparla y ella rio burlona. Después él se fue, frustrado, como todos los días y ella quedó allí, en su coma profundo, experimentando la más absoluta de las libertades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario