─¿Y cuándo será el incendio?
─¿Por qué un incendio? Podría ser un terremoto.
Hablaban susurrando, sentados al borde de cada cama.
─No, un incendio. Así lo podemos contemplar.
─¿Contemplar? ─dijo sonriendo
─Claro, si no ¿para qué?
─Para que no exista, eso es lo que yo quiero, que no exista este maldito colegio.
─Pero dime ¿cuándo será? ─dijo ávido.
─Un fin de semana o en vacaciones, ya veremos.
Pasó el vigilante así que se acostaron, minutos después un gran estruendo bajo el piso los levantó. Se miraron pálidos.
─No hice nada Alberto, te juro…
Una grieta partía el dormitorio.
─Yo sé, fui yo… me quedé enganchado... pensando en el terremoto…
El problema de quedarse enganchado a los pensamientos.
ResponderEliminar¡Excelente!
Gracias Yrina!
ResponderEliminar